28.5.08

Judith and Cia


La presentación de ‘Masculinidades femeninas’ fue queer. Este libro, que ya nos lleva diez años de ventaja, llegó a Barcelona en un frío auditorio del MACBA. Frío por el vendaval que las salidas de ventilación del auditorio provocaban sobre el público. Las mangas cortas, pronto se transformaron en chaquetas sobre los hombros, y lo que eran claramente brazos y hombros de mujeres se camuflaron en un transgénero de chaquetas negras, vaqueras y sudaderas ultramodernas de skater.

La conferencia de Judith transcurrió de forma rodada. Como las ruedas de los monopatines que golpean el mobiliario urbano de la vecina plaza dels Àngels. Todo era fluido, como el gel de testosterona de Beatriz Preciado, muy a lo Shane, con su camisa blanca, su espigado cuerpo y su aguda mente de filósofa. La autora del ‘Manifiesto contra-sexual’, bautizado en Francia como 'el nuevo libro rojo de la teoría queer', y del más reciente ‘Testo Yonqui’, se encargó de oficiar de maestra de ceremonias.
Después habló Javier Sáez, autor de la traducción de ‘Masculinidades femeninas’. Excelente, creo yo. Estoy devorando el libro y descubriendo, lo confieso, ese orgullo queer de haber sido en mi infancia una niña-niño. De hecho la confusión con mi sexo se ha alargado en el tiempo e incluso ahora, de vez en cuando las mujeres me miran desconcertadas en los lavabos de restaurantes, estaciones y aeropuertos. Me encanta su error. Qué le voy a hacer. Y más ahora que me parece que formo parte de todas estas masculinidades de Halberstam.
Todo lo que dijo Judith está en el libro. Todo lo que explicó lo lleo en los genes: soy la tríbada monstruoso, la invertida, la butch, la no butch (como Shane, de L Word que es una butch sin parecerlo) el chicazo y la queer. Todas las masculinidades históricas de las que habla Judith en su libro. ¿Todas? Excepto una: la stonebutch (esa extraña criatura butch que no quiere que la toquen jamás).
En fin, luego Judith pasó imágenes de Brassaï (el fotógrafo húngaro
Gyula Halász que se puso el nombre por su localidad de nacimiento, Brasso), y de otras artistas. Ambigüedad, queer años 20 con Gertrude Stein mirándonos desde la pantalla, diciéndonos: espabilad, chicas, que una rosa es una rosa es una rosa es una rosa y un genio es un genio, como yo. Sólo una vez porque es único.

Barcelona. Wecandoit
¿Es esto lo que tenía que hacer? I don't know if i can do it!